Lunes 11 de Junio de 2007, 00:24

LA FIESTA CUERVA NO TIENE FIN

| Los jugadores, una vez consumada la conquista del Clausura, se instalaron en la sala de conferencias del Nuevo Gasómetro y durante casi una hora lo convirtieron en el escenario central de un ruidoso festejo, que luego mudó a San Juan y Boedo.


Hasta esa tradicional esquina porteña llegó todo el plantel a bordo de un micro descapotable por el que asomaban los cuerpos de los futbolistas, que eran idolatrados por los hinchas como si estuvieran en un altar. Unos seis mil hinchas se dieron cita en el barrio de Boedo, sede del Gasómetro de los tablones de madera que hoy reemplaza un supermercado cuyos colores identificatorios son, justamente, el azul y el rojo. Allí, en ese rincón sanlorencista, no faltaron los recuerdos de los aficionados para con el clásico rival, Huracán, que está muy cerca de retornar a primera división, y por supuesto para Boca Juniors, al que el "Ciclón" le ganó la pulseada en la recta final del Clausura. Fue celebración como viene repitiéndose cada seis años, desde 1995, pasando por el 2001. Y también fueron pedidos públicos a los que dirigen, a los que juegan, a los que conducen: la Copa Libertadores, esa dama esquiva que se casó cono todos los grandes, excepto con el "guapo" de Boedo. Los festejos no tuvieron excluidos y todos formaron parte de la movida desde mucho antes, apenas finalizado el encuentro con la goleada por 4-2 sobre Arsenal en este Nuevo Gasómetro que ya cobijó tres campeonatos. Los jugadores irrumpieron en la sala de conferencias del estadio con bombos y banderas azulgranas. El éxtasis de los futbolistas impidió que se realizara la sesión de preguntas de la prensa y el espacio fue destinado solamente a dar rienda suelta a tanta alegría y emoción contenidas.