Viernes 28 de Agosto de 2009, 01:56

Apareció en la ciudad un raro ejemplar de Hornero blanco

| El “Hornero” es un generalmente un pajarito pardo de pecho claro y cola rojiza, que busca una compañera para toda la vida. Juntos construyen el nido de barro, a puro pico y pata, y cuando está terminado, parece un horno para hacer el pan, por es su nombre “Hornero”, aunque también lo llaman “Albañil”, “Caserito”, “Alonsito” y en Brasil “Juan de Barro”, donde tendrán entre 3 y 6 pichones. En los últimos años varios “Horneros” dejaron el campo para hacer sus “casitas” más cerca de los centros urbanos, y ese es el caso de una parejita muy particular.


En junio de 1928, por iniciativa del diario La Razón, el “Hornero” fue elegido “Ave Nacional”. En esa ocasión tuvo que competir con el cóndor andino, pero finalmente se impuso por mayoría, en una votación donde intervinieron alumnos y maestros de escuelas. El “Hornero” (Furnarius rufus) es un ave que tiene por costumbre saludar las mañanas con un canto, que se parece una carcajada. Con una habilidad única, increíble, y tenaz como pocos, hace con su pareja, la que elige para toda la vida, el “nidito de amor” donde nacerán sus crías. El empeño que pone en la elaboración de su maravilloso nido ejemplifica la profunda virtud de trabajar con alegría y humildad. Para su construcción, el ave trabaja continuamente, desde la mañana al crepúsculo, y utiliza barro, raíces, pajitas, estiércol o crin de caballo, teniendo su pico como única herramienta. Como paso previo a que -durante el otoño- comiencen con “amasar el material”, lo que por lo general sucede en los alrededores del lugar establecido para el nido, sobre una base, eligen la orientación ideal que los protegerá de los vientos. Cuando el basamento está listo comienzan a levantar la pared en semicírculo. Una vez cerrada la bóveda, con una puerta en forma de ojiva en uno de sus lados la pareja de “Horneros” la cierran en espiral, hacia adentro del nido, y de ese modo queda formada una cámara interior, que será el verdadero nido y que la pareja tapizará con plumas y hojitas. Las paredes interiores son alisadas con el pico o con ayuda de una pajita cuando el barro aún está fresco. En ocasiones, en casos de sequía por ejemplo, los horneros abandonan su nido sin terminar. La maravillosa construcción es tan fuerte y segura que sirve para más de una temporada, auque cuado la cría se aleja los padres también y entonces Golondrinas, Jilgueros, Gorriones, Ratones y Caburés, a quienes no les importa, en absoluto, ocupar este nido elaborado por otros se quedan con el. Sobre la “fortaleza” de los “Horneros” hay muchas creencias pero la mayoría se inclina por pensar que es por temor del ave a que el sol se enoje al escucharlo cantar. La hembra, tan hábil en la construcción como el macho, pone de 3 a 6 huevos blancos, que incubarán uno tras otro. De igual forma educarán ambos a los polluelos, encaminándolos bajo una cuidadosa vigilancia al estado adulto y a la independencia. Los agudos trinos de una pareja muy particular se escuchan desde hace un par de meses en la esquina de 25 de Mayo y Dorrero, pero esta es además una pareja muy especial porque uno de los ejemplares luce el color rojizo tradicional y mientras que el otro es blanco. La curiosidad fue advertida por el vecino Carlos Piccolli quién nos dio aviso y gracias al invalorable aporte del fotógrafo Jorge Corrá hoy podemos ofrecer esta hermosa toma fotográfica. Según averiguaciones realizadas por cronistas de RIEL FM el aver tiene leucismo, un fenómeno donde aparece color de plumaje blanco sin que se modifique el color normal de las zonas desnudas (iris, pico y patas). El leucismo es más frecuente en poblaciones de aves silvestres, pero para nada común en los Furnarius rufus, conocidos en estas latitudes de América del Sur como horneros como “Hornero”.